Mientras nos preparamos para celebrar la Navidad, pensemos en la tragedia de estos millones de hombres y mujeres, jóvenes y niños que viven bajo bombardeos en países abandonados en jirones, aplastados bajo el peso de las guerras y otros desastres causados ​​por la estupidez humana.

Amanecerá una luz en la noche… La amistad desarmará todas nuestras guerras…

La ternura florecerá en nuestras fronteras… Un sol saldrá sobre nuestros calvarios.

Estas palabras de la canción de Michel Scouarnec titulada Peuple de Frères  (Un pueblo de hermanos)  surgen en nosotros y hacen eco de lo que hay dentro de nosotros. Es el grito de nuestros corazones. Este es nuestro sueño para el mundo.

Como Jesús que vivió con preocupaciones e inestabilidad desde su nacimiento, nosotros somos sacudidos por los horrores y atrocidades que abruman a nuestro mundo. Sin embargo, nos anima la esperanza de que un nuevo día surja de la oscuridad más profunda en la que está sumido nuestro mundo.

Esta Navidad, comprometámonos a ser fermentos de paz, unidad y fraternidad. La fragilidad y vulnerabilidad del Niño en el Pesebre nos invitan a luchar por la protección de la vida y por la integridad de la Creación.

Les deseo una Navidad que traiga un nuevo impulso y un soplo de esperanza a nuestros corazones, a nuestras familias, a nuestra Comunidad Viatoriana y a nuestro Mundo.

¡Paz! ¡Luz y Esperanza en el corazón de nuestras oscuridades!

¡Que el año jubilar 2025 nos haga comenzar de nuevo el largo camino del amor y de la fraternidad!


Nestor FILS AIMÉ, CSV
Superior General